martes, 24 de abril de 2012

The blues Brothers- Shake a Tail Feather

El gato y el perro.

Nunca supuse ni pensé en ello más de lo normal, para mi solo fue una experiencia más de la que apenas fui participe. Pero aún así, creo recordarlo como si lo fuera.

Éramos jóvenes eso es cierto. Pero creo recordar que también crueles. El era un cachal como cualquiera de su edad, sometido al refugio de la amistad. Quizás demasiado joven para darse cuenta de la crueldad de los demás.

En aquel momento, salíamos unos cuantos conocidos que con el tiempo se conviertieron en amigos. El grupo era un pequeño corpusculo de gente de aquí y allá.  Algunos de ellos se conocían de chicos, otros no tanto. Y para estos el era un intruso, ese tipo de intruso al cual, a uno de ellos, tendente a las manías no le cayó en gracia.

La explosión de esto no fue más que esa expresión maníquea que contagía sus manías a sus afínes. Manías persecutorias tendentes al sometimiento o al aislamiento de los demás. Cuya única intención era aislar al nuevo, pero eso sí, aprovechándose de él.

El tiempo pasaba entre corribandas, escondites cuando aparecía en el lugar de encuentro, y demás improperios a la amistad.

Pero el destino trascurrió como amigo de lo justo......el intruso huyó en busca de nuevos campos abiertos, allí donde nadie se esconda de la responsabilidad de la amistad.

Y el tiempo como amigo de sus amigos, los reunió. A través del destino de los que solo saben escuchar.......de los que viven dogmatizados por la ley de la música.........y a través de ella, recordaron, rieron del ayer, y perdonaron el mañana, ....como vehículos profundos del saber perdonar......por que el saber escuchar....no es más que una expresión del que sabe perdonar.

Y del respeto a la música nació el saber de la convivencia.....y el recuerdo de aquellos tiempos pasados sometidos a un presente con futuro en su olvido.     

domingo, 8 de abril de 2012

Sombra.

Era la misma hora de siempre..., el mismo lugar al que solíamos ir, nos gustaba ver como los últimos rayos del sol se ocultaban en el horizonte. Era maravilloso ver como el cielo y el mar parecían arder, era como si el sol se negara a irse y lo incendiara todo a su alrededor, con furia, con rabia, para luego morir apagándose en el mar.
Cada día lo mismo, cada atardecer, el mismo fuego intenso, la misma tensión, la misma lucha y luego... silencio,.... un silencio inmenso, una emoción contenida y nos quedábamos allí, expectantes...
 Siempre éramos los mismos y siempre nos sorprendía aquella sensación de muerte.
Por la mañana estaríamos también allí, para ver nacer el día, para ver el sol resurgir triunfante, venciendo a las tinieblas y la oscuridad de la noche, iluminando el mundo y llenando de vida todo lo que sus rayos tocan.
Siempre igual, muerte y resurrección, principio y fin, cada día íbamos allí a verlo morir... y cada día volvíamos para verlo renacer, como un ave fénix que resurge de sus cenizas,... como una esperanza...
Cada noche, cuando todos se iban yo me quedaba allí, sentada en la orilla, con la vista fija en el mar, sintiendo la brisa acariciar mi cara, oyendo el rugido del océano, que me traía voces viejas y lejanas, voces que atravesaban la tela del tiempo, para llegar a mi como jirones que se prendían en mi pelo y se metían por mis oídos, escuchando el murmullo de las olas y el sonido de estas al romperse en la orilla. Y cada noche, como siempre, fiel a la cita, aquella sombra venía a sentarse conmigo. No se acercaba, se sentaba algo alejada de mi y yo notaba como me observaba, en silencio. No me daba miedo, sabía que era y de donde procedía, había venido de mis sueños, un día había salido de ellos, parecía tener vida propia, su propio criterio, pero siempre acudía a nuestra cita silenciosa, se sentaba y me observaba. Yo ansiaba el día en que se acercara y rompiera ese silencio, en que dejara de ser una sombra y tuviera cuerpo real, sabía que ese día llegaría...

Luz_Azul.

Margarita


MARGARITA from HAMPA STUDIO on Vimeo.

domingo, 1 de abril de 2012

Lisa Hannigan - Knots

Amor traicionado.

Era un vacío lleno de rencor.
Un imperdible que sujetaba mi pudor
y corroía mis esperanzas.
Entoncés apareció su luz,
su resplador oscureció
el secreto de nuestras miradas,
sus misterios se desnudaron ante mi.

Ya no había nada de sacro,
era solo carne, envejecida por
el tiempo pero llena de luz.
¿Era el ocaso?
O quizás sólo se descubrió ante mi
como el último gesto de desprecio
ante un amor traicionado.