Ayer sufrí los sueños de un vagamundo,
que soñaba con un despertar.
Sin más pausa que una esperanza,
sin más propiedad que una libertad
heredada de su propia misería.
Adiós a la esperanza traslúcida.
Adiós a una esperanza sin consuelo
traducida en el despertar
de una nueva vida.
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