Como todos los jóvenes yo también he buscado
esa luz inquietante que brilla en la aventura.
Como todos los jóvenes he arrastrado mis sueños
por el fango celeste de la vida nocturna.
El alcohol -que seduce- y los cuerpos - que embriagan-
me han dado la medida de unos mundos secretos
que van ya convirtiendose en jardines de hastío,
y la pasión primera en un jardin de invierno.
Todo cansa y aburre. Las manzanas mordidas
dejan el gusto amargo de una falsa promesa:
su seducción se cumple y de pronto no es nada,
consumar un deseo es besar a la niebla.
Como todos los jóvenes he apostado al diablo
y he vendido mi alma a precio de inexperto;
supongo que he perdido la inocencia y la Gloria,
pero nunca los jóvenes temimos al infierno.
Y aunque me quede tiempo y aunque el halago equívoco
del mundo me sujete, he muerto a las pasiones.
Porque todo es un lento bostezo. Y no me importa
apostar al fracaso. Como todos los jóvenes.
Felipe Benítez Reyes
( Los vanos mundos, 1985 )
sábado, 4 de diciembre de 2010
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