miércoles, 29 de diciembre de 2010

Miedos en vida.

Todo paso hace ya mucho tiempo. Seguramente ya nadie se acuerde de ello, pero quizás sea por lo que no se debe olvidar. En aquellos tiempos, era raro el ver a alguien contestatario. Para nosotros Paco, era un raro. Una persona que sin saber por que siempre estaba quejándose, nunca estaba de acuerdo con nadie.

Recuerdo una vez cuando éramos niños que nos fuimos todos los amigos de la urbanización a un lugar que le llamábamos el puente.  Era un pequeño puente de madera hecho para pasar un rio. Era un día como otro cualquiera, el verano estaba llamando a las puertas de la primavera, las temperaturas subían cada vez más y el acercarse al agua era cada vez más necesario.

Todos necesitábamos cada vez más el darnos un buen baño, mientras estábamos tirándonos del pequeño puente de madera nos reíamos. Paco estaba debajo de un árbol frondoso que se hallaba al lado del rio. Tenía una madera en la mano y con una pequeña navaja estaba dándole forma. Nosotros estábamos a lo nuestro entre gritos, risas y ahogadillas.

Todos estaban riéndose y cuanto más aumentaban las risas el nerviosismo de Paco era mayor. Yo que ya era muy observador de la naturaleza animal, y de la naturaleza humana, decidí recostarme sobre una roca para que me diera un poco el sol. Mientras me acercaba a ella, podía ver como a Paco el aumento de nuestro jolgorio parecía molestarle, y sus movimientos de manos eran cada vez más espasmódicos. Apretaba con fuerza la navaja para sacar más madera del trozo al que intentaba darle forma, llevaba horas haciéndolo.
Aún así el seguía mirando como todos se iban tirando y empujándose repetidamente desde el puente, a la vez que gritaban al caer. Llego un momento en que estaba más pendiente de los demás que de su propia navaja, lo que le llevo a darse un buen tajo en la mano, y un grito de dolor dejó a todos los demás mirando hacia Paco.

Salimos todos corriendo del agua para dirigirnos a socorrerlo, fue entonces cuando todo se nos plasmo delante de la cara. Fue entonces cuando nos dimos cuenta.

Lo recogimos entre todos  y cuando nos acercábamos al agua para limpiar su herida, un estremecimiento de miedo recorrió nuestros cuerpos. Por que al ver el agua tan cerca, Paco dio un salto hacia atrás y un grito de miedo. Entonces instintivamente tiramos de él hacia el rio cerca del puente, y el estremecimiento de Paco fue mayor, y unos espasmos de horror recorrieron su cuerpo. Tenía fobia al agua. Algo le había pasado siendo niño que le había hecho sentir miedo a su cercanía.

Entonces me dirigí hacia el río recogí un poco de agua en un recipiente, y se lo acerque hacía donde el se encontraba. La mirada de Paco seguía teniendo un miedo opaco en sus ojos. Su inseguridad con la cercanía del agua se había convertido en miedo, pero un miedo que se traslucía en pánico.

Ese fue el verano que verdaderamente conocimos a Paco, el niño del pueblo al que visitábamos en la época de vacaciones y que nos había pegado cuando éramos niños, y al que todos cuando éramos chicos le teníamos miedo por que nos hacía creer que aquello era suyo y nosotros solos unos intrusos temporales. Paco el perdonavidas de la urbanización cuya  victima preferida eran los madrileños, también tenía miedo.

Pasaron los años y con ellos los miedos pasaron al olvido, los nuestros y los suyos, por que ya nos encargamos todos de ayudar a Paco a recuperar un espacio que su miedo le había prohibido, el poder disfrutar del agua. Poco a poco fue pasando su miedo y fue uno más de nosotros en los juegos acuáticos. Pero nunca se me olvidara ese día en el que conocí que para ser valiente uno tiene que luchar con sus miedos, por que el luchar contra ellos es el enfrentarte a la vida.   

2 comentarios:

  1. tiene el miedo dos dimensiones: el de la supervivencia y el del agarrotamiento;

    la primera nos advierte y nos pone alerta,

    la segunda nos convierte en impedidos,

    a veces suelo pensar, cuando hay situaciones que me agarrotan, que al final de los finales nada importa y que dentro de 50000000 años nadie nos recordará, y me lanzo...

    un saludo y a ver si nos vemos pronto con una copita en la manos

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  2. Menos mal que a veces...solo algunas veces
    Merece la pena escribir, aunque no solo sea por ser leido...sino escuchado por la memoria de estos viajantes que hay en la vida...

    Saludos amigo..que aunque el espacio nos separe....nos encontraremos en una nueva parada de este presente que se llama vivir.


    Espero verte pronto amigo....aunque sea en el malandar borrachos hablando de filosofia..

    Un abrazo.

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